Llega la tercera entrega de esta operación desalojo que fue más larga que un día sin pan (podéis leer la primera parte y la segunda).
Recuperando el final del post anterior os comentaba que llegaron los ligeros calambres en la zona de los ovarios. No dolían demasiado así que me coloqué en posición fetal e intenté conciliar el sueño, pero poco a poco esos dolores se hacían más intensos así que las ganas de dormir se quedaron en eso, en ganas. Fue en ese momento cuando empecé a comprender que, efectivamente, notaría las contracciones y las lograría diferenciar. Dolor de regla agudo con una mano estrujándote los ovarios, así lo defino yo. Cuando se lo contaba a la gente me decía: ya, pero es que a mí no me duele la regla. Ya, ni a mí tampoco, pero creo que todas sabemos cómo es un dolor de ovarios.
Las contracciones eran cada vez más fuertes y yo ya no sabía cómo colocarme. Me levantaba, me sentaba, me tumbaba... la mejor posición era sentada en la cama con los pies colgando y balanceándome. Me daba pena despertar a mi señor esposo así que esto como las hemorroides, a sufrirlas en silencio. Contracciones cada tres minutos, creo que era el momento de ir a avisar a la enfermera. Mi marido se despertó y me vio balanceándome en la cama, con cara de pócker y la mano en la barriga (en la otra tenía el móvil para ir calculando el tiempo) ¿Estás bien? No, me duele mucho, voy a avisar a la enfermera porque ya son cada tres minutos.
Me pusieron monitores y me exploraron. Tienes dos centímetros pero te voy a bajar ya al paritorio para que te controlen allí (el tema de las pulsaciones de la niña seguía presente). Pues nada, a eso de las 03:30 bajé al paritorio mientras mi marido recogía las cosas de la habitación, nos enteramos en ese momento que luego nos iban a cambiar así que CONSEJO: no deshagáis nada hasta saber que os quedáis, en esos momento el ponerte a recoger... era lo peor del mundo.
Durante el embarazo todo el mundo me habló de la epidural, de lo bendita que era, que no lo dudase, que así no dolía... y yo siempre respondía lo mismo. Yo quiero aguantar sin ella, pero si el dolor es insufrible paso, que me la pongan y listo, no hay necesidad. Bien, pues en ese momento en el que llegué al paritorio sólo pensaba en la epidural. Creo que la enfermera no llegó a terminar la frase antes de que yo le dijese que sí que la quería. En realidad no es que el dolor fuese inhumano, lo que pasa es que dura mucho, es decir, si las contracciones fuesen diez minutos y ya, creo que se aguantaría perfectamente, sin problema, pero cuando son horas y horas... el cansancio, los nervios y el dolor pueden con una.
Epidural puesta y mano de santo. Qué maravilla oye, ni un dolor, las exploraciones sin problema... ¡Incluso pude echar una cabezadita! Me pusieron monitores internos (desde la barriga no conseguían bien el pulso de la peque) y venían a explorarme cada hora más o menos. Me colocaron la oxitocina y pude descansar un poquito. Al principio fue lento la verdad, yo pensaba que a ese paso saldría por la noche, tardé tres horas en dilatar un mísero centímetro... A las 7 de la mañana estaba de tres, así que digamos que en ese momento empezaba el parto (eso dicen en las clases de preparación) y que a partir de ahí todo iría más rápido y tanto oye.
La verdad que no tengo queja de ninguno de los médicos que pasó a explorarme durante el tiempo que estuve allí... la peque seguía rotada y para colmo tenía que colocarme en una postura determinada porque si no le bajaban las pulsaciones y el aparato pitaba.
Dilatada de cinco centímetros me comentan que van a hacerme una prueba a ver si la pequeña puede aguantar el parto. Llevaba muchas horas con la bolsa rota y, aunque el proceso de dilatación iba cada vez más rápido, aún quedaba bastante por delante. Si la pequeña estaba ya cansada... habría que pensar en una cesárea. Mi marido salió del paritorio y vi el despliegue de cosas que hizo la enfermera sobre una mesa... preferí no mirar y como no notaba nada... pues fantástico. Le hicieron la prueba del PH y salió estupenda. La heredera estaba con fuerzas para aguantar lo que quedaba de parto (en ese momento no me comentaron en qué consistía la prueba exactamente, ni los riesgos que conllevaba, cosa que no sé si agradezco o no, creo que tendré que darle una vuelta a ver qué era lo mejor que tenían que haber hecho)
El aparatito de monitores volvió a pitar y nadie venía a apagarlo así que mi marido salió a pedir a alguien que por favor quitasen ese sonido que ya teníamos tan metido en la cabeza y que formaba parte de nuestras vidas. Vinieron dos médicos a quitarlo y ya que estaban pues iban a explorar: vía libre señores... está claro que cuando vas a dar a luz... ¡Vergüenza ninguna!
- Pero si ya estás de diez, esto en tres empujones está fuera.
Fue oír esas palabras y oye... como que se me paró el corazón y me puse súper nerviosa ¿Ya? ¿Tan pronto? Rotaron a la niña, prepararon todo y hala ¡A empujar!
No paraba de entrar y salir gente, una de ellas, la pediatra que reconocería a la niña cuando naciese y que resultó ser... ¡Compañera de colegio! Imaginar el panorama, despatarrada en el potro, con una pierna inservible completamente (la epidural hizo tan bien su función que mi pierna derecha empezó a ser consciente a eso de las tres de la tarde) y saludando a la compi... en fin.
Tres empujones Sara y la tienes aquí. La médico se subió encima de mi para empujar mi tripa (más tarde averigüé que se trataba de la maniobra de Kristeller, la cual nadie me comentó los riesgos que podía tener) yo hacía todo el esfuerzo que podía y mi marido me daba ánimos ¿Os podéis creer en entre empujón y empujón sonó el móvil? Sí, alguien me llamaba y naturalmente no estaba yo para cogerlo. Gracias a un kiwi (ventosa de toda la vida) salió la cabeza de la pequeña, venía con vuelta de cordón, de ahí que al principio costase tanto... un empujón más y la teníamos con nosotros.
Jamás podré olvidar la sensación de ver cómo sale su cabecita, y ese primer contacto piel con piel nada más nacer... es algo indescriptible. No se puede explicar con palabras... hay que sentirlo.
A las 11:10 de la mañana Aitana llegó a este mundo con 2,660 kg y 49 cm. Gracias al hospital por las casi dos horas que nos dejaron en el paritorio a los tres, para conocernos, para olernos, para disfrutarnos. Gracias a esos primeros consejos de lactancia materna, gracias a todos.
El paritorio parecía el metro en hora punta, debió venir medio hospital y la mayoría llegaron tarde... ¿Ah pero que ya ha nacido? Pues sí que ha sido rápido.
Por eso, después de todo, creo que mi parto no fue malo, largo sí, pero malo no. Me pusieron la epidural pronto, fue mano de santo porque no notaba nada, me dieron dos puntos de nada y mi recuperación fue... fabulosa. Vamos, que firmo el siguiente así ahora mismo.
¿Cómo fue vuestro parto? ¿Tenéis un buen recuerdo de él?
miércoles, 29 de abril de 2015
lunes, 27 de abril de 2015
Un baño en el baño
Todos tenemos claro que la llegada de un bebé hace que pongamos nuestra vida patas arriba, pero la vida no es lo único que cambia, nuestro orden en casa también.
Cada vez será más complicado mantener la casa ordenada, que no estén las cosas tiradas por el salón, que puedan aparecer visitas y que tengan un sitio donde sentarse... no pasa nada, es ley de vida.
Desde que Aitana nació, y eso que sólo tiene siete meses, su habitación se ha extendido hasta el salón incluso hasta nuestra habitación, vayas por donde vayas te encuentras juguetes, baberos, chupetes... algo suyo.
Otro de los sitios que ha acaparado la heredera es el baño. He de reconocer que mi casa no tiene un mal tamaño pero el baño no es demasiado grande que digamos. El espacio entre la bañera y el water (haeros la idea de un cuadrado) es algo justito para meter una bañera de bebé, así que cuando llegó la hora de buscar bañeras para la criatura me volví un poco loca.
Necesitaba algo práctico, que no abultase demasiado, que no fuese muy caro, que pudiese transportar cómodamente, que fuese de quita y pon, lo de siempre, vamos. Con estas magníficas limitaciones fui a parar a una idea que no ha estado del todo mal. Consiste en una bañera con unas patas, así de simple. La bañera la puedes colocar donde quieras (di que en el suelo es bastante incómodo por eso decidimos ponerla sobre las patas) y las patas ocupan exactamente el espacio que hay entre la bañera y el water ¡Ni hecho aposta vamos! Yo compré estas en El Corte Inglés, que no estaban nada mal de precio, pero hay otras opciones y modelos.
Al principio la bañábamos en su habitación. Poníamos un calefactor y el buenpadre trasladaba la bañera, llena de agua, desde el baño hasta la habitación. Cuando yo me quedaba sola eso empezaba a ser un poco inviable... la bañera pesaba demasiado y se me caía el agua por el camino así que empecé a poner la bañera en el baño. Yo me hice con ella enseguida, al buenpadre nunca le gustó esta idea... todo demasiado estrecho.
Durante los primeros meses todo iba bien, la niña pesaba poco, se movía poco... todo perfecto vamos. Pero la heredera empezó a crecer, como es lógico, y la espalda se empezaba a resentir un poco. Fue entonces cuando mis compis de trabajo tuvieron a bien regalarme una hamaca de baño. Creerme si os digo que es el mejor invento del siglo. Pones la hamaca en la bañera, colocas al bebé encima y... ¡Manos libres! (eso que tanto ansiamos tener cuando tenemos un bebé). La pequeña está fenomenal, en su salsa, tú puedes bañarla mucho mejor, ella chapotea y no pone todo tan perdido... ¡Una maravilla vamos! Me regalaron esta de Jané, pero hay muchas otras y no son nada caras para lo útiles que son, os lo aseguro.
Al principio metíamos la hamaca en la bañera pequeña, pero a los cuatro o cinco meses la dejamos de bañar ahí. Aitana se movía demasiado y terminaba más agua fuera que dentro, así que pusimos la hamaca en nuestra bañera, ella disfrutaba más y se ensuciaba menos. El problema llegaba cuando había que llenar una bañera grande para un ser tan pequeño... ¡Imposible hacerlo a diario con tanto gasto de agua! Pero tranquilas, he aquí la solución (si es que todo está inventando en esta vida del Señor) Nos regalaron un reductor para poner en la bañera y así ahorrar agua. Va con ventosas por lo que no tiene más misterio a la hora de colocarlo y gastas la mitad de agua.
La hamaca con la pared duró bien poco porque enseguida la pasamos a una silla de baño (con sonidos y muñecos para que ella juegue).
Y así terminó el misterio del baño infantil. Está claro que nunca tendremos el baño perfecto para estas cosas, pero adaptándonos y buscando soluciones prácticas (al fin y al cabo los baños duran cinco minutos) se pueden conseguir grandes soluciones.
¿Qué solución encontrasteis para el baño de vuestros peques? ¿Conocíais la hamaca de baño?
Cada vez será más complicado mantener la casa ordenada, que no estén las cosas tiradas por el salón, que puedan aparecer visitas y que tengan un sitio donde sentarse... no pasa nada, es ley de vida.
Desde que Aitana nació, y eso que sólo tiene siete meses, su habitación se ha extendido hasta el salón incluso hasta nuestra habitación, vayas por donde vayas te encuentras juguetes, baberos, chupetes... algo suyo.
Otro de los sitios que ha acaparado la heredera es el baño. He de reconocer que mi casa no tiene un mal tamaño pero el baño no es demasiado grande que digamos. El espacio entre la bañera y el water (haeros la idea de un cuadrado) es algo justito para meter una bañera de bebé, así que cuando llegó la hora de buscar bañeras para la criatura me volví un poco loca.
Necesitaba algo práctico, que no abultase demasiado, que no fuese muy caro, que pudiese transportar cómodamente, que fuese de quita y pon, lo de siempre, vamos. Con estas magníficas limitaciones fui a parar a una idea que no ha estado del todo mal. Consiste en una bañera con unas patas, así de simple. La bañera la puedes colocar donde quieras (di que en el suelo es bastante incómodo por eso decidimos ponerla sobre las patas) y las patas ocupan exactamente el espacio que hay entre la bañera y el water ¡Ni hecho aposta vamos! Yo compré estas en El Corte Inglés, que no estaban nada mal de precio, pero hay otras opciones y modelos.
Al principio la bañábamos en su habitación. Poníamos un calefactor y el buenpadre trasladaba la bañera, llena de agua, desde el baño hasta la habitación. Cuando yo me quedaba sola eso empezaba a ser un poco inviable... la bañera pesaba demasiado y se me caía el agua por el camino así que empecé a poner la bañera en el baño. Yo me hice con ella enseguida, al buenpadre nunca le gustó esta idea... todo demasiado estrecho.
Durante los primeros meses todo iba bien, la niña pesaba poco, se movía poco... todo perfecto vamos. Pero la heredera empezó a crecer, como es lógico, y la espalda se empezaba a resentir un poco. Fue entonces cuando mis compis de trabajo tuvieron a bien regalarme una hamaca de baño. Creerme si os digo que es el mejor invento del siglo. Pones la hamaca en la bañera, colocas al bebé encima y... ¡Manos libres! (eso que tanto ansiamos tener cuando tenemos un bebé). La pequeña está fenomenal, en su salsa, tú puedes bañarla mucho mejor, ella chapotea y no pone todo tan perdido... ¡Una maravilla vamos! Me regalaron esta de Jané, pero hay muchas otras y no son nada caras para lo útiles que son, os lo aseguro.
Al principio metíamos la hamaca en la bañera pequeña, pero a los cuatro o cinco meses la dejamos de bañar ahí. Aitana se movía demasiado y terminaba más agua fuera que dentro, así que pusimos la hamaca en nuestra bañera, ella disfrutaba más y se ensuciaba menos. El problema llegaba cuando había que llenar una bañera grande para un ser tan pequeño... ¡Imposible hacerlo a diario con tanto gasto de agua! Pero tranquilas, he aquí la solución (si es que todo está inventando en esta vida del Señor) Nos regalaron un reductor para poner en la bañera y así ahorrar agua. Va con ventosas por lo que no tiene más misterio a la hora de colocarlo y gastas la mitad de agua.
La hamaca con la pared duró bien poco porque enseguida la pasamos a una silla de baño (con sonidos y muñecos para que ella juegue).
Y así terminó el misterio del baño infantil. Está claro que nunca tendremos el baño perfecto para estas cosas, pero adaptándonos y buscando soluciones prácticas (al fin y al cabo los baños duran cinco minutos) se pueden conseguir grandes soluciones.
¿Qué solución encontrasteis para el baño de vuestros peques? ¿Conocíais la hamaca de baño?
miércoles, 22 de abril de 2015
Primagesta, primípara PARTE II
Insisto en que mi parto fue bastante bueno, aunque más largo que un día sin pan. Una vez que llegamos al hospital (os conté cómo fue el camino aquí) me pasaron dentro para confirmar si había roto o no la bolsa. Mi señor esposo se quedó fuera esperando, a esas hora intempestivas (cerca de las cuatro de la mañana) no estaba la sala de espera en pleno auge, la verdad. Un señor durmiendo, eso era todo.
Me hicieron unas preguntas (las mismas que te preguntan durante todo el embarazo: fecha de la última regla, de cuántas semanas estás, por qué has venido...) y me pasaron dentro.
- Desnúdate de cintura para abajo y tápate con esta sábana que ahora viene la doctora.
- Gracias
Pues bien, en un mini cuartito me desvestí y me senté en el potro a esperar a la doctora. La sensación era rara... una mezcla de nervios con ganas locas de que naciese la heredera. Apareció la doctora con una chica (después supe, por comentarios que era becaria. Insisto en que no lo digo por ofender a nadie). La doctora me hizo un par de preguntas y a la que metió la mano con bastante poca delicadeza... noté como salía un gran chorro de líquido.
- Sí, la bolsa está rota
- ¿Y todo lo que ha salido era líquido? - Ingenua de mí pregunté, como si fuese a salir... no sé ¿Leche?
- Sí, pero vamos, que aún queda mucho por salir
Por lo menos el viaje no había sido en balde, la bolsa estaba rota así que me tenía que quedar en el hospital. Una vez la doctora terminó de tocar, dio paso a la becaria.
Mira verás, mete la mano despacio y toca para que veas cómo está rota la bolsa. Yo en ese momento no daba crédito la verdad. ¿Hola? ¿Alguien me ha preguntado? ¡Que no soy el juguete de prueba! Pues nada, ahí que estuvo tocando, con bastante más delicadeza que la doctora, todo hay que decirlo, e iba comprobando que todo estaba en su sitio.
Una vez acabado el reconocimiento llegó un señor con un pijama y una bolsa, para que me cambiase y metiese todas mis cosas ahí (pendientes, anillos... todo). Mandé un whatsapp a mi señor esposo: Nos quedamos. La bolsa está rota. Me llevan a monitores. Y él se fue al coche a por la bolsita de la heredera y la nuestra. Me desvestí y me puse el pijama, fue en ese momento cuando me di cuenta que las bragas para ir al médico me las había dejado en la bolsa que estaba en el coche... Me entró la risa floja... entre los nervios, el tanga y el pijama de hospital con el culo al aire... ¡Os podéis imaginar mi panorama!
Estuve en monitores bastante tiempo (por lo menos una hora y media), gracias a Dios tenía el móvil y podía ir hablando con mi marido que el pobre estaba solo en la sala de espera. En este momento fue cuando la pequeña me dio un gran susto. No entiendo por qué los médicos no dicen las cosas claras ¡Por lo menos que no les oiga! Algo salía mal en los monitores y no querían decirme qué era, pero yo sólo veía un médico llamar a otro y éste a otro por teléfono, sabía que hablaban de mí porque era la de la bolsa rota.
Una chica la mar de maja, becaria también, vino a ponerme la vía y fue cuando me derrumbé, me sentía súper sola y muy muy preocupada, sabía que algo pasaba, nadie me decía nada y mi marido estaba fuera solo. Al final una matrona, bastante maja teniendo en cuenta las horas que eran, me dijo que no pasaba nada malo, solo que la niña era muy tranquilota pero que yo era igual (me habían puesto un pulsómetro en el dedo) así que no pasaba nada. Hacía tiempo que no lo pasaba tan mal...
Después de mil millones de horas en la sala de monitores por fin me suben a la habitación. Avisan a mi señor esposo y hala, los dos para arriba. Eran cerca de las seis de la mañana, se fue a por algo de comer a la máquina y nos quedamos hablando los dos. ¡Se acercaba el momento! Le conté todo lo que había pasado en la sala y el veredicto final: Efectivamente la bolsa estaba rota pero no estaba de parto ni había ningún síntoma de ello. Me darían unas horas para ver si me ponía de parto yo sola, si no me lo tendrían que provocar al mediodía. Yo ya hice mis cábalas en la cabeza y si me lo provocaban al mediodía... seguramente por la tarde noche ya estaría la princesa con nosotros (nada más lejos de la realidad)
Pues así comenzaba el sábado. Avisamos de que estábamos en el hospital por la mañana (sólo a los familiares más más cercanos) y fue un día bastante largo. Por la mañana me di bastantes paseos para intentar que la pequeña se decidiese a salir, pero no había forma... Al mediodía como no estaba de parto ni había síntomas de ello comenzaron con la inducción. Entraron una mujer y un hombre e hicieron salir a todos de la habitación. La mujer daba indicaciones y el hombre (también becario) iba tocando - con algo más de tacto que las anteriores - el cuello del útero estaba intacto así que prostaglandina y a correr. Debía estar un rato sin moverme de la cama y tener cuidado al ir al baño por si se caía ( lo que me habían puesto era como un tampax, con hilillo y todo, por eso no entendía cómo se podía caer, pero bueno, si ellos lo decían... tendría cuidado).
A partir de las cuatro de la tarde me monitorizaban cada cuatro horas para ver cómo iba la pequeña y las contracciones. La pequeña relajada, con un pulso que nos daba más de un susto, y las contracciones... ni notarlas. He de confesar que eso es algo que me pregunté varias veces durante el embarazo... ¿Notaría las contracciones? ¿Sabría reconocerlas? Me habían dicho que eran como dolores de regla, esa era mi única base, así que nada de nada, ni dolor ni molestia.
Para las que hayáis estado embarazadas sabréis cómo funciona la maquina de monitores, pero para las que no os avanzo que hay dos numeritos: uno es el pulso del bebé y otro mide las contracciones. A mi nadie me había dicho qué número era el normal para contracciones de parto por eso yo iba mirando la gráfica y cuando veía que subía un poco me emocionaba... ¡Una contracción! Pero no, una majísima enfermera (irónicamente hablando) me dijo que con esas contracciones jamás me pondría de parto y que además ¡La niña se había girado! ¿Perdona? ¿Cómo que girado? La heredera lleva cerca de un mes colocada perfectamente y cuando me empiezan a inducir el parto ¿Se cambia? Sólo pensaba que fuese una broma... pero no, la niña ahora miraba hacia arriba y, aunque pueden nacer así (o eso me dijeron) había que esperar a que se diese la vuelta de nuevo porque sería más fácil.
Pues hala venga, contracciones que harán que no para en la vida, la niña se da la vuelta, un día entero dando paseos por la misma planta del hospital ¿Alguien da más? Menos mal que por lo menos no me dolía nada.
La última visita se fue a eso de las diez de la noche y ahí nos quedamos mi señor esposo y yo. Viendo la tele tranquilamente y con visitas de médicos / becarios cada hora más o menos (os podéis imaginar cómo estaría la zona de delicada después de tantas horas haciendo visitas con poca o nada delicadeza). La última tanda de monitores fue mejor, la cosa iba avanzando. Bueno, las contracciones son más frecuentes (cada media hora más o menos) pero aún queda - los dolores de regla aún no los había ni olido - has dilatado un centímetro; cuando las contracciones sean cada cinco minutos o menos me avisas, si no, vuelvo a las 02:00.
Vale, gracias.
Pues ahí nos quedamos... la tele encendida, mi señor esposo dormido en la butaca súper cómoda de todos los hospitales y yo pensando y pensando... ¿Notaré las contracciones? ¿Cada cinco minutos?
Cerré los ojos e intenté descansar un poco, pero pronto empezaron a llegar ligeros calambres de ovarios.
Continuará...
Me hicieron unas preguntas (las mismas que te preguntan durante todo el embarazo: fecha de la última regla, de cuántas semanas estás, por qué has venido...) y me pasaron dentro.
- Desnúdate de cintura para abajo y tápate con esta sábana que ahora viene la doctora.
- Gracias
Pues bien, en un mini cuartito me desvestí y me senté en el potro a esperar a la doctora. La sensación era rara... una mezcla de nervios con ganas locas de que naciese la heredera. Apareció la doctora con una chica (después supe, por comentarios que era becaria. Insisto en que no lo digo por ofender a nadie). La doctora me hizo un par de preguntas y a la que metió la mano con bastante poca delicadeza... noté como salía un gran chorro de líquido.
- Sí, la bolsa está rota
- ¿Y todo lo que ha salido era líquido? - Ingenua de mí pregunté, como si fuese a salir... no sé ¿Leche?
- Sí, pero vamos, que aún queda mucho por salir
Por lo menos el viaje no había sido en balde, la bolsa estaba rota así que me tenía que quedar en el hospital. Una vez la doctora terminó de tocar, dio paso a la becaria.
Mira verás, mete la mano despacio y toca para que veas cómo está rota la bolsa. Yo en ese momento no daba crédito la verdad. ¿Hola? ¿Alguien me ha preguntado? ¡Que no soy el juguete de prueba! Pues nada, ahí que estuvo tocando, con bastante más delicadeza que la doctora, todo hay que decirlo, e iba comprobando que todo estaba en su sitio.
Una vez acabado el reconocimiento llegó un señor con un pijama y una bolsa, para que me cambiase y metiese todas mis cosas ahí (pendientes, anillos... todo). Mandé un whatsapp a mi señor esposo: Nos quedamos. La bolsa está rota. Me llevan a monitores. Y él se fue al coche a por la bolsita de la heredera y la nuestra. Me desvestí y me puse el pijama, fue en ese momento cuando me di cuenta que las bragas para ir al médico me las había dejado en la bolsa que estaba en el coche... Me entró la risa floja... entre los nervios, el tanga y el pijama de hospital con el culo al aire... ¡Os podéis imaginar mi panorama!
Estuve en monitores bastante tiempo (por lo menos una hora y media), gracias a Dios tenía el móvil y podía ir hablando con mi marido que el pobre estaba solo en la sala de espera. En este momento fue cuando la pequeña me dio un gran susto. No entiendo por qué los médicos no dicen las cosas claras ¡Por lo menos que no les oiga! Algo salía mal en los monitores y no querían decirme qué era, pero yo sólo veía un médico llamar a otro y éste a otro por teléfono, sabía que hablaban de mí porque era la de la bolsa rota.
Una chica la mar de maja, becaria también, vino a ponerme la vía y fue cuando me derrumbé, me sentía súper sola y muy muy preocupada, sabía que algo pasaba, nadie me decía nada y mi marido estaba fuera solo. Al final una matrona, bastante maja teniendo en cuenta las horas que eran, me dijo que no pasaba nada malo, solo que la niña era muy tranquilota pero que yo era igual (me habían puesto un pulsómetro en el dedo) así que no pasaba nada. Hacía tiempo que no lo pasaba tan mal...
Después de mil millones de horas en la sala de monitores por fin me suben a la habitación. Avisan a mi señor esposo y hala, los dos para arriba. Eran cerca de las seis de la mañana, se fue a por algo de comer a la máquina y nos quedamos hablando los dos. ¡Se acercaba el momento! Le conté todo lo que había pasado en la sala y el veredicto final: Efectivamente la bolsa estaba rota pero no estaba de parto ni había ningún síntoma de ello. Me darían unas horas para ver si me ponía de parto yo sola, si no me lo tendrían que provocar al mediodía. Yo ya hice mis cábalas en la cabeza y si me lo provocaban al mediodía... seguramente por la tarde noche ya estaría la princesa con nosotros (nada más lejos de la realidad)
Pues así comenzaba el sábado. Avisamos de que estábamos en el hospital por la mañana (sólo a los familiares más más cercanos) y fue un día bastante largo. Por la mañana me di bastantes paseos para intentar que la pequeña se decidiese a salir, pero no había forma... Al mediodía como no estaba de parto ni había síntomas de ello comenzaron con la inducción. Entraron una mujer y un hombre e hicieron salir a todos de la habitación. La mujer daba indicaciones y el hombre (también becario) iba tocando - con algo más de tacto que las anteriores - el cuello del útero estaba intacto así que prostaglandina y a correr. Debía estar un rato sin moverme de la cama y tener cuidado al ir al baño por si se caía ( lo que me habían puesto era como un tampax, con hilillo y todo, por eso no entendía cómo se podía caer, pero bueno, si ellos lo decían... tendría cuidado).
A partir de las cuatro de la tarde me monitorizaban cada cuatro horas para ver cómo iba la pequeña y las contracciones. La pequeña relajada, con un pulso que nos daba más de un susto, y las contracciones... ni notarlas. He de confesar que eso es algo que me pregunté varias veces durante el embarazo... ¿Notaría las contracciones? ¿Sabría reconocerlas? Me habían dicho que eran como dolores de regla, esa era mi única base, así que nada de nada, ni dolor ni molestia.
Para las que hayáis estado embarazadas sabréis cómo funciona la maquina de monitores, pero para las que no os avanzo que hay dos numeritos: uno es el pulso del bebé y otro mide las contracciones. A mi nadie me había dicho qué número era el normal para contracciones de parto por eso yo iba mirando la gráfica y cuando veía que subía un poco me emocionaba... ¡Una contracción! Pero no, una majísima enfermera (irónicamente hablando) me dijo que con esas contracciones jamás me pondría de parto y que además ¡La niña se había girado! ¿Perdona? ¿Cómo que girado? La heredera lleva cerca de un mes colocada perfectamente y cuando me empiezan a inducir el parto ¿Se cambia? Sólo pensaba que fuese una broma... pero no, la niña ahora miraba hacia arriba y, aunque pueden nacer así (o eso me dijeron) había que esperar a que se diese la vuelta de nuevo porque sería más fácil.
Pues hala venga, contracciones que harán que no para en la vida, la niña se da la vuelta, un día entero dando paseos por la misma planta del hospital ¿Alguien da más? Menos mal que por lo menos no me dolía nada.
La última visita se fue a eso de las diez de la noche y ahí nos quedamos mi señor esposo y yo. Viendo la tele tranquilamente y con visitas de médicos / becarios cada hora más o menos (os podéis imaginar cómo estaría la zona de delicada después de tantas horas haciendo visitas con poca o nada delicadeza). La última tanda de monitores fue mejor, la cosa iba avanzando. Bueno, las contracciones son más frecuentes (cada media hora más o menos) pero aún queda - los dolores de regla aún no los había ni olido - has dilatado un centímetro; cuando las contracciones sean cada cinco minutos o menos me avisas, si no, vuelvo a las 02:00.
Vale, gracias.
Pues ahí nos quedamos... la tele encendida, mi señor esposo dormido en la butaca súper cómoda de todos los hospitales y yo pensando y pensando... ¿Notaré las contracciones? ¿Cada cinco minutos?
Cerré los ojos e intenté descansar un poco, pero pronto empezaron a llegar ligeros calambres de ovarios.
Continuará...
lunes, 20 de abril de 2015
Ha dicho mamá
Un día te das cuenta que ya eres madre, aquella personita (a veces la puedes calificar incluso de diablo de Tasmania según cómo se hayan dado los nueve meses) que tanto esperabas tener entre tus brazos ha llegado, se ha instalado en tu vida y tienes que empezar a enseñarle cosas.
Los bebés, desde bien pequeños están en contínuo aprendizaje, estoy segura que, aunque la criatura tenga apenas unos días, su mente no para de maquinar y aprender un montón de cosas sin ser conscientes de ello.
¿Quién no ha hablado con un bebé? ¿Quién no ha puesto cara de mono para hacer reír a una pequeña criaturita mientras decía "ajo" "ajo"? Bien, creo que no hay nadie que no haya hecho esto alguna vez en su vida por lo que si no todos, la gran mayoría entenderéis la satisfacción que da que un bebé te responda. Al principio será de manera inconsciente pero ya llegará el momento en el que lo haga con conocimiento propio.
Aitana tiene siete meses y ya ha dicho tres palabras. No han sido contestaciones sino que las ha soltado así, al aire, si estabas atento fenomenal pero si no... ahhh se siente, haber sido más espabilado.
La primera palabra de Aitana fue HOLA, así, en grande y con todas las letras porque, sin duda, se entendió a la perfección. 10 de marzo (5 meses y medio), por la noche (no recuerdo la hora exactamente) toda la familia en la cocina, excepto el padre de la criatura que aún no había llegado, preparando la cena para celebrar un cumpleaños. Silencio absoluto y de repente se escucha: Hola. No le dimos demasiada importancia, mi madre estaba jugando con ella y todos pensamos que había sido ella quien lo había dicho.
Mi madre: ¿Ha dicho hola?
Todos: Ah pero ¿No has sido tú?
Y así, sin pena ni gloria, pasó casi desapercibida su primera palabra.
La segunda palabra de la pequeña heredera fue PAPÁ (también lo pongo en mayúsculas por tema de celos). Al contrario que con hola, que por cierto, nunca más ha vuelto ha repetir, se pasó bastante parte de la mañana y de la tarde repitiendo: pa pa pa pa pa pa... al padre se le cayó la baba, como es lógico, al decirla, además, el día antes del cumpleaños del buenpadre (dos días después de su primera palabra)
No es que sea celosa pero hombre... ¡La niña tenía que decir mamá en breve! ¡No era justo! He de reconocer que hacía tiempo que de vez en cuando me parecía que decía mami pero todos me han tomado por loca, así que no he terminado de creérmelo (a veces creo que son imaginaciones mías por las ganas que tengo de que lo diga) pero la espinita sigue ahí clavada: la pequeña llora y yo la oía ma mi ma mi.
Pero bueno, dudas aparte por fin llegó el día, la heredera me ha llamado (incluso podría pensar que de manera consciente debido a la situación). Viernes 17 de abril, 22:35 (casi 7 meses. Lo sé porque mandé un whatsapp al buenpadre para avisarle de tal acontecimiento). Estaba en la cocina terminando de preparar sus comidas, ella llevaba un rato medio llorando para que la sacase de su sillita y yo no le hacía demasiado caso y de repente... MAMÁ, ay (imaginad el emoticono con la lagrimita) me ha llamado mamá. De la emoción la saqué de la sillita tal y como ella quería pero oye, que no volvió ha decirlo... fue como aquel hola , una y no más Santo Tomás.
Los bebés deberían avisar cuando van a decir una palabra por primera vez, para que te de tiempo a estar atenta. Quizá sean locuras de primeriza y cuando tienes más hijos no le das tanta importancia pero a mí me ha hecho tanta ilusión... ¡Que tenía que contarlo!
Los bebés deberían avisar cuando van a decir una palabra por primera vez, para que te de tiempo a estar atenta. Quizá sean locuras de primeriza y cuando tienes más hijos no le das tanta importancia pero a mí me ha hecho tanta ilusión... ¡Que tenía que contarlo!
Y vuestros peques ¿Cuándo dijeron su primera palabra? ¿Cuál fue?
miércoles, 15 de abril de 2015
Primagesta, primípara PARTE I
Creo que ha llegado el momento de empezar a contar cómo fue la operacióndesalojo que llaman algunas, de la pequeña heredera.
Tuve un embarazo buenísimo, no me puedo quejar, por lo que deseaba con todas mis fuerzas, como toda mujer, un parto buenísimo. Mi madre ha sido de partos fáciles así que todos me decían que eso se heredaba (yo asentía con la cabeza pero en el fondo el pepito grillo maligno me mandaba señales de que no todo podía ser perfecto y que no me hiciese ilusiones). Como ya os conté en su momento, mi primer ginecólogo me dijo que al ser primeriza no me preocupase de llegar al hospital porque el parto sería largo, pero de mi cabeza nunca salió la idea de que Aitana pudiese venir a este mundo como en las películas: rotura de bolsa a lo piscina olímpica, de pronto contracciones cada cinco minutos, corriendo al hospital con el pañuelito, me espera una silla de ruedas en la puerta y en diez minutos la princesa ha nacido (esa idea siempre estuvo ahí y nunca se asemejó a cómo fue realmente el parto, pero bueno, de ilusiones se vive)
Durante el embarazo siempre había escuchado cosas del tipo: tú no hagas caso de lo que cuentan algunas, no te tiene por qué pasar a ti, verás como es rapidito... y la verdad que esas cosas se agradecían, porque oye, que me cuenten (ojo, que lo hicieron) a quince días de salir de cuentas que la hija de una mujer (a la que no conocía de nada) había tenido un parto horrible con desgarro anal incluido... pues oye, qué queréis que os diga, no anima demasiado. Así que yo, cualquier cosa que me decían sobre partos... asentía con la cabeza y pensaba... bueno, el mío será diferente seguro (consejo a todas las embarazadas: pasad olímpicamente de lo que os digan de los partos... el vuestro seguro que es único y diferente)
Empezando por el principio. Me citaron para monitores en la Seguridad Social (primera vez, la anterior fue por lo privado) tal que un viernes 19 de septiembre bien prontito por la mañana, en ese momento estaba de 40 + 3. Llegamos a la Maternidad con el tiempo suficiente y tuvimos que esperar un rato hasta que nos llamaron. Me llevaron a una sala donde había más mujeres en mi misma situación (algunas tenían tanta barriga que no sabía cómo aún podían seguir con el bebé dentro). Me tumbaron en la cama y dejaron pasar a mi marido (en realidad lo pedí yo porque sabía que estaría más tranquilo. Ya estaba cumplida de fecha y aunque no tenía ningún síntoma él estaba mejor conmigo). Me pusieron las cintas y hala, a esperar un buen rato (el sonido de los monitores estuvo demasiado presente durante todo el proceso). Cuando llevaba como diez minutos vino una enfermera a revisarme las cintas, los latidos se escuchaban muy bajitos y empezó a moverme la tripa...
¿Has desayunado?
Pues la verdad es que no, no me ha dado tiempo (mentira piadosa, sí que me daba tiempo pero yo no puedo desayunar nada más salir de la cama... necesito esperar un rato y ya en el hospital no iba a comer. Total eran las 09:00 de la mañana así que no era tan raro esperar a salir de allí para tomar algo)
Menuda bronca me hecho... (y mi marido también) No puedes venir a monitores sin desayunar nada. Anda, tómate esto, y me dio un chupa - chups (la verdad que poco apetecible a esas horas pero cualquiera le decía nada).
La pequeña heredera pareció no inmutarse demasiado con el azúcar del chupa - chups, pero bueno, la enfermera se quedó más tranquila así que, punto en boca. Después de unos veinte o treinta minutos terminamos la sesión de monitores: Ya hemos terminado, ahora te doy los resultados para el médico. Después de monitores tenía consulta, con un ginecólogo al cuál no había visto en mi vida.
La doctora me preguntó un poco de todo y me mandó al potro. Me hizo una ecografía y me dijo que estaba bien, que ya pesaba unos 3 kilos y que estaba colocada (eso ya lo sabía yo, se colocó cerca de la semana 37 y rezaba para que no cambiase de posición). Lo que no me esperaba en esa consulta es que fuesen a mirarme, no pensaba que me iban a tocar, y todo para ver cómo estaba el cuello del útero. Tras un pequeño dolor (me he dado cuenta que aquí la gente tiene muy poca consideración) me dijeron que me vistiese.
Mi marido y yo, sentados junto a la ginecóloga, su ayudante, la becaria (perdonad que use este término pero es que mi proceso de parto lo siguieron más estudiantes que médicos) y la enfermera, nos dispusimos a escuchar el veredicto.
No tienes ningún síntoma de parto, no hay contracciones y tienes el cuello del útero entero. Te damos de plazo hasta el martes 23, si para entonces no te has puesto de parto, vienes aquí a las 08:30 y te lo provocamos. En caso de que te pongas de parto antes del martes o de rotura de bolsa, vienes al hospital y entras por urgencias.
Ajá, mi cara fue un poco poema... sinceramente pensé que esperaría un poco más, de hecho mi ginecólogo (el que me llevó la mayoría del embarazo, me dijo que de no ponerme de parto sola, me lo provocarían, si todo iba bien, entre el 29 y el 30 de septiembre - a las 42 semanas, no a las 41 recién cumplidas) pero bueno, me dieron una hoja con todas las indicaciones y hala, a desayunar. La verdad es que me quedé un pelín chafada, había oído que si te lo provocaban las contracciones dolían más, y quedaba tan poco tiempo... ¡era viernes y me habían dado hasta el martes! Así que comenzamos la operaciondesalojo antes de que fuese desalojoforzoso. Nos fuimos a andar, una larga larga caminata, llegué a casa agotada, pero tenía que hacerlo, ya tenía el recorrido ideado para el sábado por la mañana.
Siempre pensé que Aitana daría el aviso por la noche, de madrugada, para asegurarse de que su padre estuviese en casa y no le pillase trabajando... y no me equivoqué. 02:00 me despierto porque me siento mojada, como que se me ha escapado un poco el pis... voy al baño y efectivamente estaba mojada. Como yo pensaba que la rotura de bolsa sería a lo piscina, no le di importancia y pensé que, producto del sueño, que me hacía mucho pis (desde que me quedé embarazada no había noche que no me levantase al baño) y que la niña ya pesaba 3 kilos, según la ginecóloga, se me habría escapado un poquito. Me cambié de ropa interior y me puse un salvaslip por si volvía a pasar. Antes de volver a la cama hablé con mi amigo Google sobre los síntomas de rotura de bolsa, sí, pensaba que sería una piscina pero no había que descartar nada. Conclusión: si volvía a mojar en 30 minutos, podía ser la bolsa. Me acosté sin despertar a mi marido. Antes de la media hora me volví a despertar, otra vez mojada, ahora sí:
Alberto cariño, creo que se ha roto la bolsa...
¿Cómo que crees?
Sí, no sé, he mojado hace un rato y ahora otra vez y he leído que puede ser eso... pero no sé ¿Qué hacemos? ¿Vamos al hospital?
Lo que quieras, si crees que es la bolsa, pues vamos...
No sé si es o no, pero creo que deberíamos ir por si acaso
No me marees ¿Vamos o no?
Vale, vamos, pero... ¿Y si no es la bolsa?
Pues nos volvemos
Y qué vergüenza ¿No?
Qué más dará Sarita, si es la bolsa pues nos quedamos y si no pues nos volvemos
Conversación de besugos, entendible a las 02:30 de la mañana de padres primerizos a los que esa mañana les habían dicho que no había ningún síntoma de parto. No tenía prisa, me di una ducha, me vestí tranquilamente incluso nos hicimos unas fotos antes de salir (yo y las fotos, ya me conoceréis). No sabía si volvería con o sin tripa a casa así que... había que inmortalizarlo.
Cogimos la bolsa de la niña, nuestra bolsa y nos fuimos al hospital. No había un alma en la calle... llegamos a urgencias y, tal y como nos habían dicho, dijimos que habíamos estado esa mañana en la consulta pero que creíamos que había roto la bolsa.
Continuará...
Tuve un embarazo buenísimo, no me puedo quejar, por lo que deseaba con todas mis fuerzas, como toda mujer, un parto buenísimo. Mi madre ha sido de partos fáciles así que todos me decían que eso se heredaba (yo asentía con la cabeza pero en el fondo el pepito grillo maligno me mandaba señales de que no todo podía ser perfecto y que no me hiciese ilusiones). Como ya os conté en su momento, mi primer ginecólogo me dijo que al ser primeriza no me preocupase de llegar al hospital porque el parto sería largo, pero de mi cabeza nunca salió la idea de que Aitana pudiese venir a este mundo como en las películas: rotura de bolsa a lo piscina olímpica, de pronto contracciones cada cinco minutos, corriendo al hospital con el pañuelito, me espera una silla de ruedas en la puerta y en diez minutos la princesa ha nacido (esa idea siempre estuvo ahí y nunca se asemejó a cómo fue realmente el parto, pero bueno, de ilusiones se vive)
Durante el embarazo siempre había escuchado cosas del tipo: tú no hagas caso de lo que cuentan algunas, no te tiene por qué pasar a ti, verás como es rapidito... y la verdad que esas cosas se agradecían, porque oye, que me cuenten (ojo, que lo hicieron) a quince días de salir de cuentas que la hija de una mujer (a la que no conocía de nada) había tenido un parto horrible con desgarro anal incluido... pues oye, qué queréis que os diga, no anima demasiado. Así que yo, cualquier cosa que me decían sobre partos... asentía con la cabeza y pensaba... bueno, el mío será diferente seguro (consejo a todas las embarazadas: pasad olímpicamente de lo que os digan de los partos... el vuestro seguro que es único y diferente)
Empezando por el principio. Me citaron para monitores en la Seguridad Social (primera vez, la anterior fue por lo privado) tal que un viernes 19 de septiembre bien prontito por la mañana, en ese momento estaba de 40 + 3. Llegamos a la Maternidad con el tiempo suficiente y tuvimos que esperar un rato hasta que nos llamaron. Me llevaron a una sala donde había más mujeres en mi misma situación (algunas tenían tanta barriga que no sabía cómo aún podían seguir con el bebé dentro). Me tumbaron en la cama y dejaron pasar a mi marido (en realidad lo pedí yo porque sabía que estaría más tranquilo. Ya estaba cumplida de fecha y aunque no tenía ningún síntoma él estaba mejor conmigo). Me pusieron las cintas y hala, a esperar un buen rato (el sonido de los monitores estuvo demasiado presente durante todo el proceso). Cuando llevaba como diez minutos vino una enfermera a revisarme las cintas, los latidos se escuchaban muy bajitos y empezó a moverme la tripa...
¿Has desayunado?
Pues la verdad es que no, no me ha dado tiempo (mentira piadosa, sí que me daba tiempo pero yo no puedo desayunar nada más salir de la cama... necesito esperar un rato y ya en el hospital no iba a comer. Total eran las 09:00 de la mañana así que no era tan raro esperar a salir de allí para tomar algo)
Menuda bronca me hecho... (y mi marido también) No puedes venir a monitores sin desayunar nada. Anda, tómate esto, y me dio un chupa - chups (la verdad que poco apetecible a esas horas pero cualquiera le decía nada).
La pequeña heredera pareció no inmutarse demasiado con el azúcar del chupa - chups, pero bueno, la enfermera se quedó más tranquila así que, punto en boca. Después de unos veinte o treinta minutos terminamos la sesión de monitores: Ya hemos terminado, ahora te doy los resultados para el médico. Después de monitores tenía consulta, con un ginecólogo al cuál no había visto en mi vida.
La doctora me preguntó un poco de todo y me mandó al potro. Me hizo una ecografía y me dijo que estaba bien, que ya pesaba unos 3 kilos y que estaba colocada (eso ya lo sabía yo, se colocó cerca de la semana 37 y rezaba para que no cambiase de posición). Lo que no me esperaba en esa consulta es que fuesen a mirarme, no pensaba que me iban a tocar, y todo para ver cómo estaba el cuello del útero. Tras un pequeño dolor (me he dado cuenta que aquí la gente tiene muy poca consideración) me dijeron que me vistiese.
Mi marido y yo, sentados junto a la ginecóloga, su ayudante, la becaria (perdonad que use este término pero es que mi proceso de parto lo siguieron más estudiantes que médicos) y la enfermera, nos dispusimos a escuchar el veredicto.
No tienes ningún síntoma de parto, no hay contracciones y tienes el cuello del útero entero. Te damos de plazo hasta el martes 23, si para entonces no te has puesto de parto, vienes aquí a las 08:30 y te lo provocamos. En caso de que te pongas de parto antes del martes o de rotura de bolsa, vienes al hospital y entras por urgencias.
Ajá, mi cara fue un poco poema... sinceramente pensé que esperaría un poco más, de hecho mi ginecólogo (el que me llevó la mayoría del embarazo, me dijo que de no ponerme de parto sola, me lo provocarían, si todo iba bien, entre el 29 y el 30 de septiembre - a las 42 semanas, no a las 41 recién cumplidas) pero bueno, me dieron una hoja con todas las indicaciones y hala, a desayunar. La verdad es que me quedé un pelín chafada, había oído que si te lo provocaban las contracciones dolían más, y quedaba tan poco tiempo... ¡era viernes y me habían dado hasta el martes! Así que comenzamos la operaciondesalojo antes de que fuese desalojoforzoso. Nos fuimos a andar, una larga larga caminata, llegué a casa agotada, pero tenía que hacerlo, ya tenía el recorrido ideado para el sábado por la mañana.
Siempre pensé que Aitana daría el aviso por la noche, de madrugada, para asegurarse de que su padre estuviese en casa y no le pillase trabajando... y no me equivoqué. 02:00 me despierto porque me siento mojada, como que se me ha escapado un poco el pis... voy al baño y efectivamente estaba mojada. Como yo pensaba que la rotura de bolsa sería a lo piscina, no le di importancia y pensé que, producto del sueño, que me hacía mucho pis (desde que me quedé embarazada no había noche que no me levantase al baño) y que la niña ya pesaba 3 kilos, según la ginecóloga, se me habría escapado un poquito. Me cambié de ropa interior y me puse un salvaslip por si volvía a pasar. Antes de volver a la cama hablé con mi amigo Google sobre los síntomas de rotura de bolsa, sí, pensaba que sería una piscina pero no había que descartar nada. Conclusión: si volvía a mojar en 30 minutos, podía ser la bolsa. Me acosté sin despertar a mi marido. Antes de la media hora me volví a despertar, otra vez mojada, ahora sí:
Alberto cariño, creo que se ha roto la bolsa...
¿Cómo que crees?
Sí, no sé, he mojado hace un rato y ahora otra vez y he leído que puede ser eso... pero no sé ¿Qué hacemos? ¿Vamos al hospital?
Lo que quieras, si crees que es la bolsa, pues vamos...
No sé si es o no, pero creo que deberíamos ir por si acaso
No me marees ¿Vamos o no?
Vale, vamos, pero... ¿Y si no es la bolsa?
Pues nos volvemos
Y qué vergüenza ¿No?
Qué más dará Sarita, si es la bolsa pues nos quedamos y si no pues nos volvemos
Conversación de besugos, entendible a las 02:30 de la mañana de padres primerizos a los que esa mañana les habían dicho que no había ningún síntoma de parto. No tenía prisa, me di una ducha, me vestí tranquilamente incluso nos hicimos unas fotos antes de salir (yo y las fotos, ya me conoceréis). No sabía si volvería con o sin tripa a casa así que... había que inmortalizarlo.
Cogimos la bolsa de la niña, nuestra bolsa y nos fuimos al hospital. No había un alma en la calle... llegamos a urgencias y, tal y como nos habían dicho, dijimos que habíamos estado esa mañana en la consulta pero que creíamos que había roto la bolsa.
Continuará...
lunes, 13 de abril de 2015
Y luego quieren compararnos con Europa
Creo que no podría haber encontrado mejor título para el post de hoy, y es que es verdad, aquí mucho ruido y pocas nueces. A mi modo de ver España es un país que está bastante a la cola en muchas cosas y una de ellas es en lo relacionado con la maternidad - ayudas - permisos.
Yo soy madre primeriza reciente así que no puedo hablar demasiado sobre el tema, pero sí lo justo y lo necesario para saber que se podría mejorar, y bastante.
Dejemos a un lado la baja por maternidad de 16 semanas, que no son cuatro meses, sino tres y medio, edad en la que el bebé no está, ni muchísimo menos, preparado para separarse de su madre pero el Estado debe creer que ya es lo suficientemente independiente como para vivir solo, hacerse la comida y cambiarse los pañales a sí mismo.
Dejemos a un lado la baja por paternidad de 15 días. Vale que el padre no le da el pecho, vale que no ha estado con él nueve meses (a veces más) en la tripa, vale que no ha sufrido náuseas, mareos, antojos, dolores de espalda y un largo etc. Pero hombre... 15 días... es como poco ¿no? El padre también puede dar biberones, puede cambiar pañales, puede ayudar con la comida, con la compra, con el baño... y así podría seguir con un gran listado.
Dejemos a un lado la facilidad de conciliación laboral que hay en este país. Ahora mismo me estoy acordando de la encuesta que hizo malasmadres sobre este tema. Qué gran verdad oye. Conozco un caso de una persona que ha dejado aparcado el tema de una tercera maternidad por miedo a lo que le digan en el trabajo ¡Y luego dicen que no hay niños! Anda que no hay mujeres que retrasan la edad de tener hijos por la poca posibilidad de conciliación, por los horarios - a veces inhumanos - de trabajo... Otro caso que me enteré hace poco: tengo reducción de jornada, ahora trabajo de 08:00 a 18:00. Ahh... ¿Y cuál era tu horario anterior? De 08:00 a 21:00 / 22:00 ¡Estupendo entonces!
Creo que todo esto me está quedando demasiado reivindicativo, pero tenía que soltarlo, lo siento. Ahora sí, dejando a un lado lo anterior, voy a contaros la única ayuda (creo que es así, y si hay más estaré encantada de conocerlas) que dan por tener hijos, ya sean biológicos o adoptados. Me enteré de ella por casualidad, porque no creáis que las ayudas van proclamándolas a los cuatro vientos. Una amiga me comentó, cuando estaba embarazada, que si iba a pedir la ayuda de los 100 euros (en cuanto a ayudas por maternidad se refiere me quedé en aquel cheque bebé que se dio en su momento y que desapareció con bastantes protestas).
Es una ayuda que puede pedir toda madre trabajadora con cada hijo. El importe: 100 euros al mes hasta que el hijo cumpla tres años. No es para tirar cohetes ni mucho menos, pero teniendo en cuenta cómo está el panorama... menos da una piedra amigas! Así que en cuanto di a luz me informé sobre este tema. En realidad no es una ayuda sino una deducción.
Requisitos:
- Ser madre trabajadora (fuera del hogar y cotizando a la Seguridad Social)
- Tener un hijo menor de tres años
- Haber cotizado a la Seguridad Social al menos 15 días de cada mes (jornada completa) o el 50% de la jornada (a tiempo parcial)
Dónde se pide:
- Se puede pedir como anticipo a razón de 100 euros al mes (contando desde el nacimiento del bebé hasta un máximo de 1200 euros anuales) llamando al 901 200 345, en las oficinas de la Agencia Estatal de Administración Tributaria (AEAT) o usando el formulario 140.
- También puedes deducírtelo de la declaración de la renta rellenando la casilla 756.
Ojo:
- No la puedes pedir si estás en paro
- Si eres autónomo pero cotizas menos de 100 euros mensuales (algo raro pero puede pasar, por ejemplo, con la tarifa plana de 50 euros)
- Sólo puede pedirla la madre, no el padre
- Si estás de baja por enfermedad o embarazo pero con contrato en vigor sí puedes pedirla, si estás de excedencia, no.
Pues creo que esto es todo ¿Sabéis de alguna otra ayuda que den por tener hijos? ¿Os dan alguna ayuda especial en vuestra Comunidad Autónoma?
Yo soy madre primeriza reciente así que no puedo hablar demasiado sobre el tema, pero sí lo justo y lo necesario para saber que se podría mejorar, y bastante.
Dejemos a un lado la baja por maternidad de 16 semanas, que no son cuatro meses, sino tres y medio, edad en la que el bebé no está, ni muchísimo menos, preparado para separarse de su madre pero el Estado debe creer que ya es lo suficientemente independiente como para vivir solo, hacerse la comida y cambiarse los pañales a sí mismo.
Dejemos a un lado la baja por paternidad de 15 días. Vale que el padre no le da el pecho, vale que no ha estado con él nueve meses (a veces más) en la tripa, vale que no ha sufrido náuseas, mareos, antojos, dolores de espalda y un largo etc. Pero hombre... 15 días... es como poco ¿no? El padre también puede dar biberones, puede cambiar pañales, puede ayudar con la comida, con la compra, con el baño... y así podría seguir con un gran listado.
Dejemos a un lado la facilidad de conciliación laboral que hay en este país. Ahora mismo me estoy acordando de la encuesta que hizo malasmadres sobre este tema. Qué gran verdad oye. Conozco un caso de una persona que ha dejado aparcado el tema de una tercera maternidad por miedo a lo que le digan en el trabajo ¡Y luego dicen que no hay niños! Anda que no hay mujeres que retrasan la edad de tener hijos por la poca posibilidad de conciliación, por los horarios - a veces inhumanos - de trabajo... Otro caso que me enteré hace poco: tengo reducción de jornada, ahora trabajo de 08:00 a 18:00. Ahh... ¿Y cuál era tu horario anterior? De 08:00 a 21:00 / 22:00 ¡Estupendo entonces!
Creo que todo esto me está quedando demasiado reivindicativo, pero tenía que soltarlo, lo siento. Ahora sí, dejando a un lado lo anterior, voy a contaros la única ayuda (creo que es así, y si hay más estaré encantada de conocerlas) que dan por tener hijos, ya sean biológicos o adoptados. Me enteré de ella por casualidad, porque no creáis que las ayudas van proclamándolas a los cuatro vientos. Una amiga me comentó, cuando estaba embarazada, que si iba a pedir la ayuda de los 100 euros (en cuanto a ayudas por maternidad se refiere me quedé en aquel cheque bebé que se dio en su momento y que desapareció con bastantes protestas).
Es una ayuda que puede pedir toda madre trabajadora con cada hijo. El importe: 100 euros al mes hasta que el hijo cumpla tres años. No es para tirar cohetes ni mucho menos, pero teniendo en cuenta cómo está el panorama... menos da una piedra amigas! Así que en cuanto di a luz me informé sobre este tema. En realidad no es una ayuda sino una deducción.
Requisitos:
- Ser madre trabajadora (fuera del hogar y cotizando a la Seguridad Social)
- Tener un hijo menor de tres años
- Haber cotizado a la Seguridad Social al menos 15 días de cada mes (jornada completa) o el 50% de la jornada (a tiempo parcial)
Dónde se pide:
- Se puede pedir como anticipo a razón de 100 euros al mes (contando desde el nacimiento del bebé hasta un máximo de 1200 euros anuales) llamando al 901 200 345, en las oficinas de la Agencia Estatal de Administración Tributaria (AEAT) o usando el formulario 140.
- También puedes deducírtelo de la declaración de la renta rellenando la casilla 756.
Ojo:
- No la puedes pedir si estás en paro
- Si eres autónomo pero cotizas menos de 100 euros mensuales (algo raro pero puede pasar, por ejemplo, con la tarifa plana de 50 euros)
- Sólo puede pedirla la madre, no el padre
- Si estás de baja por enfermedad o embarazo pero con contrato en vigor sí puedes pedirla, si estás de excedencia, no.
Pues creo que esto es todo ¿Sabéis de alguna otra ayuda que den por tener hijos? ¿Os dan alguna ayuda especial en vuestra Comunidad Autónoma?
miércoles, 8 de abril de 2015
Ropa premamá
No me podéis negar que todas queremos ir monas. Cuando estás embarazada te encanta ir luciendo la tripa (o por lo menos eso me pasaba a mí). Por una vez en la vida estás muy orgullosa de ella y no te importa en absoluto tener algunos kilos de más, es por una buena causa.
En el embarazo de Aitana engordé muy poco y mi tripa tardó en salir (yo la veía clara desde el principio pero la gente decía que no se me notaba nada, que parecía que había engordado un poco pero no que era tripa de embarazada) así que por suerte - económicamente hablando - pude aprovechar mucha de mi ropa. Si algo tenía claro es que no me quería dejar un pastón en ropa que iba a ponerme muy poco y que luego se quedase muy nueva, así que me compré lo justo y lo necesario. Una ventaja es que mi época grande coincidió con el verano (Aitana nació en septiembre) por lo que mis vestidos, camisolas y demás los usé hasta el final del embarazo.
Llegando al quinto mes ya no me podía abrochar los vaqueros, si hacía un esfuerzo seguramente me cerrasen pero no iba nada cómoda así que durante un tiempo los llevaba desabrochados (estilo hippie a la que le da igual todo porque está embarazada) pero llegó un momento en el que no podía ir así por la vida y mi madre me compró unos pantalones premamá. Recuerdo que era unos vaqueros de Prenatal talla 40 (antes de quedarme embarazada usaba la 38) y nada más verlos pensé: ¡Madre mía, esto me cabrá en septiembre por lo menos! y casi casi fue así. Prenatal talla bastante grande y esos pantalones pasaron a ser: unos vaqueros anchos de madre que, además, costarón un pastón: 40 lereles. Creo que esta fue la compra más cara en cuanto a ropa premamá se refiere. Bueno, no, un mono de El Corte Inglés costó por el estilo. Otra opción que encontré viable era comprar ropa normal pero una o dos tallas más grande: de esta forma abarataría costes e iría algo a la moda porque si algo tiene la ropa premamá es que a veces parece recién sacada del paleolítico y es muy difícil ir decente por la vida. Vamos a ver señores diseñadores de ropa de embarazada... ¿Tan difícil es hacer ropa moderna de un tallaje normal? No sé vosotras pero yo me desesperaba comprando la ropa: o era muy grande, o muy ajustada, o te servía si tenías un tripón... Señores, apiádense de las que no tenemos demasiada tripa incluso el mismo día de dar a luz y hagan algo ajustable por favor (creo que este fue EL MOTIVO por el que me compré más ropa no premamá que premamá)
Tamién fui a Kiabi a buscar algo de ropa que me permitiese ir cómoda sin que mi bolsillo se resintiese et voilá, lo encontré. La calidad no es la panacea pero oye, no está nada mal. Me compré un pantalón corto que lo utilicé casi todos los días del verano (y aún está en buenas condiciones) una camiseta (que teniendo en cuenta que mi tripa fue pequeña la empecé a usar embarazada de casi 9 meses) y una camiseta de manga larga.
Así que si queréis comprar barato sin importaros mucho la calidad pasaros por Kiabi y por H&M, aquí también me compré alguna cosa, tienen unas mayas negras que sacan de un apuro aunque terminaron rompiéndoseme por el trasero, pero por 9,90 euros... no se puede pedir demasiado.
Cuando sí lo pasé realmente mal fue cuando tuve que ir en busca y captura de un vestido de boda premamá (embarazada de siete meses y medio). Parecerá que soy una ratilla, pero no, soy previsora y ahorradora y, si no quería gastarme un pastón en ropa, menos aún en un vestido de boda premamá que seguro seguro usaría muy muy poco, así que mi opción - siempre que no encontraba nada que me convenciese, hacía lo mismo - comprarme un vestido de una talla más. El Corte Inglés fue mi solución: vestidos que no están mal de precio, de corte imperial (no podía ir embuchada) y que podría usar aunque no estuviese embarazada. Precio: 80 euros. ¿Qué os parece? ¿Habéis estado en alguna situación similar?
Cuando sí lo pasé realmente mal fue cuando tuve que ir en busca y captura de un vestido de boda premamá (embarazada de siete meses y medio). Parecerá que soy una ratilla, pero no, soy previsora y ahorradora y, si no quería gastarme un pastón en ropa, menos aún en un vestido de boda premamá que seguro seguro usaría muy muy poco, así que mi opción - siempre que no encontraba nada que me convenciese, hacía lo mismo - comprarme un vestido de una talla más. El Corte Inglés fue mi solución: vestidos que no están mal de precio, de corte imperial (no podía ir embuchada) y que podría usar aunque no estuviese embarazada. Precio: 80 euros. ¿Qué os parece? ¿Habéis estado en alguna situación similar?
Sin duda estar embarazada es maravilloso pero en temas de ropa - dinero - ir a la moda... es un poco incompatible. Reivindico más ropa premamá, a precios más asequibles con buena calidad.
¿Dónde habéis comprado vosotras la ropa? ¿Tenéis alguna preferencia? ¿Optasteis por comprar ropa no premamá más grande para poder reutilizarla?
lunes, 6 de abril de 2015
6 meses junto a ti
Cómo ha pasado el tiempo, madre mía. Parece que fue ayer cuando todavía estaba embarazada y contaba los días para ver la carita de la princesa y ¡Ya han pasado 6 meses!
Cada vez está más mayor, cambia por días y está muy muy espabilada (me ha salido una niña con mucho genio y que quiere tocar todo... miedo me da cuando empiece a andar)
Fuimos al pediatra para la revisión de los 6 meses y para otra tanda de vacunas (pobre mía, lo pasa fatal cada vez que la tienen que pinchar. Su llanto es de dolor y me da tanta pena...)
El pediatra la vio estupenda, algo justa de peso (como siempre desde que nació) pero todo va en orden. Aitana mide 65, 5 centímetros y pesa 6,380 kg. (sé que no es mucho pero ella nació delgadita y mientras vaya cogiendo peso semanal... yo estoy contenta).
El pediatra me preguntó varias cosas sobre el comportamiento de la pequeña (para ir controlando su desarrollo).
- ¿Balbucea cosas?
Sí, bastante
- ¿Se mantiene sentada?
Sí (le ponemos cojines porque de vez en cuando pierde el equilibro y cae a plomo pero se sienta muy bien)
- ¿Hace una o dos cacas al día?
¿Una o dos? O tres o cuatro o cinco. Madre de Dios, me ha salido muy cagona la niña. Sus cacas cambian de color: naranja, marrón y verde, huelen que alimentan a un oso panda y manchan pañales que da gusto. Así que sí, mi hija hace caca.
- ¿Qué tal come la verdura?
Bien, muy bien (come bastante más de lo que el pediatra me dijo, así que estupendo)
- ¿Y la fruta?
Bueno, eso le gusta un poco menos (después de la fruta le doy el pecho)
- No le des el pecho sin que haya comido la fruta, si no aprenderá y no querrá comer.
Terminó a revisión y nos dio las nuevas pautas hasta la próxima cita. Como va algo justa de peso volvemos al pediatra en mayo, un poco antes de los 8 meses para controlarla y ver si hay que incluirle cereal en el biberón o no (fue en este momento cuando el pediatra me dejó claro que si hay que hacerlo habría que darle leche de fórmula, nada de estar ordeñándome que es un lío el estar sacando leche y guardándola. Mi idea era darle mi leche así que aunque él me haya dicho que no... no lo tengo descartado) A partir de ahora podemos meterle galletas en la fruta. Me dijo que empezásemos con una o dos durante una semana, para ver si tiene algo de intolerancia al gluten y después podíamos añadirle tres o cuatro galletas. Podemos ir alternando el pollo con la ternera y el pavo, para que vaya probando nuevos sabores. Reconozco que en este tema hago un poco lo que quiero: desde el principio el pediatra me dijo que le diésemos judía verde, patata y pollo pero, visto que la niña se cansaba del sabor (o eso he pensado yo) fuimos introduciéndole nuevas verduras: le encanta la calabaza, y el calabacín le da un toque suave que también le gusta bastante. Ahora estamos con la zanahoria, a ver qué le parece. ¿Habéis probado alguna otra verdura a esta edad?
Cuando cumpla los ocho meses (que la verdad no sé por qué nos lo dijo tan pronto si le vamos a ver antes) después de la fruta le podemos dar un yogur, natural, sin azúcar, y después podemos darle alguno de sabores, pero primero el pelao y morondo. Nada de darle dos yogures porque no quiera fruta. Primero la fruta y después el yogur, si no no lo querrá nunca (mi pediatra es un poco radical). Imagino que entonces se acabó el darle el pecho en esa toma... algo tendré que inventar porque no creo que aguante desde las seis - ocho de la mañana hasta las siete - ocho de la tarde sin vaciar!
Pues con esas salimos del pediatra y nos fuimos a la enfermera para que vacunase a la pequeña. Última dosis del Prevenar 13 que teníamos que pagar (ahora en Madrid las han vuelto a incluir en el calendario de vacunación - BBBBIIIIEEEENNNN ahorro de más de 70 euros por dosis!) algunos lloros y listo, hemos terminado. Nos vamos a casa felices como perdices porque, aunque la peque sea delgadita, crece y engorda a su ritmo, y eso nos vale.
Siguiente visita: el 12 de mayo para controlar el peso.
¿Vuestro pediatra os dijo algo especial en esta consulta? ¿Algún avance mayor?
Cada vez está más mayor, cambia por días y está muy muy espabilada (me ha salido una niña con mucho genio y que quiere tocar todo... miedo me da cuando empiece a andar)
Fuimos al pediatra para la revisión de los 6 meses y para otra tanda de vacunas (pobre mía, lo pasa fatal cada vez que la tienen que pinchar. Su llanto es de dolor y me da tanta pena...)
El pediatra la vio estupenda, algo justa de peso (como siempre desde que nació) pero todo va en orden. Aitana mide 65, 5 centímetros y pesa 6,380 kg. (sé que no es mucho pero ella nació delgadita y mientras vaya cogiendo peso semanal... yo estoy contenta).
El pediatra me preguntó varias cosas sobre el comportamiento de la pequeña (para ir controlando su desarrollo).
- ¿Balbucea cosas?
Sí, bastante
- ¿Se mantiene sentada?
Sí (le ponemos cojines porque de vez en cuando pierde el equilibro y cae a plomo pero se sienta muy bien)
- ¿Hace una o dos cacas al día?
¿Una o dos? O tres o cuatro o cinco. Madre de Dios, me ha salido muy cagona la niña. Sus cacas cambian de color: naranja, marrón y verde, huelen que alimentan a un oso panda y manchan pañales que da gusto. Así que sí, mi hija hace caca.
- ¿Qué tal come la verdura?
Bien, muy bien (come bastante más de lo que el pediatra me dijo, así que estupendo)
- ¿Y la fruta?
Bueno, eso le gusta un poco menos (después de la fruta le doy el pecho)
- No le des el pecho sin que haya comido la fruta, si no aprenderá y no querrá comer.
Terminó a revisión y nos dio las nuevas pautas hasta la próxima cita. Como va algo justa de peso volvemos al pediatra en mayo, un poco antes de los 8 meses para controlarla y ver si hay que incluirle cereal en el biberón o no (fue en este momento cuando el pediatra me dejó claro que si hay que hacerlo habría que darle leche de fórmula, nada de estar ordeñándome que es un lío el estar sacando leche y guardándola. Mi idea era darle mi leche así que aunque él me haya dicho que no... no lo tengo descartado) A partir de ahora podemos meterle galletas en la fruta. Me dijo que empezásemos con una o dos durante una semana, para ver si tiene algo de intolerancia al gluten y después podíamos añadirle tres o cuatro galletas. Podemos ir alternando el pollo con la ternera y el pavo, para que vaya probando nuevos sabores. Reconozco que en este tema hago un poco lo que quiero: desde el principio el pediatra me dijo que le diésemos judía verde, patata y pollo pero, visto que la niña se cansaba del sabor (o eso he pensado yo) fuimos introduciéndole nuevas verduras: le encanta la calabaza, y el calabacín le da un toque suave que también le gusta bastante. Ahora estamos con la zanahoria, a ver qué le parece. ¿Habéis probado alguna otra verdura a esta edad?
Cuando cumpla los ocho meses (que la verdad no sé por qué nos lo dijo tan pronto si le vamos a ver antes) después de la fruta le podemos dar un yogur, natural, sin azúcar, y después podemos darle alguno de sabores, pero primero el pelao y morondo. Nada de darle dos yogures porque no quiera fruta. Primero la fruta y después el yogur, si no no lo querrá nunca (mi pediatra es un poco radical). Imagino que entonces se acabó el darle el pecho en esa toma... algo tendré que inventar porque no creo que aguante desde las seis - ocho de la mañana hasta las siete - ocho de la tarde sin vaciar!
Pues con esas salimos del pediatra y nos fuimos a la enfermera para que vacunase a la pequeña. Última dosis del Prevenar 13 que teníamos que pagar (ahora en Madrid las han vuelto a incluir en el calendario de vacunación - BBBBIIIIEEEENNNN ahorro de más de 70 euros por dosis!) algunos lloros y listo, hemos terminado. Nos vamos a casa felices como perdices porque, aunque la peque sea delgadita, crece y engorda a su ritmo, y eso nos vale.
Siguiente visita: el 12 de mayo para controlar el peso.
¿Vuestro pediatra os dijo algo especial en esta consulta? ¿Algún avance mayor?
miércoles, 1 de abril de 2015
Blevit sueño
Casualidad o no, ha funcionado. Después de muchas alguna que otra noche durmiendo a trompicones hemos conseguido dormir más o menos del tirón. Quizá alguien pueda pensar que soy un poco exagerada, que Aitana tiene sólo seis meses y que es normal que no duerma ocho horas... es un bebé y se despierta por las noches, pero la verdad es que la pequeña heredera llevaba un tiempo algo irreconocible.
Siempre he dicho que he tenido muchísima suerte con la niña. Desde que nació dormía de seguido por la noche (solían ser unas seis horas y alguna vez llegaron a ocho) y no se despertaba en absoluto. Hace como un mes la cosa empezó a cambiar. Se despertaba a media noche y yo, pensando que sería hambre, le ofrecía el pecho. A los cinco minutos estaba ya dormida así que, no era hambre. No podía entender como de la noche a la mañana ya no dormía del tirón, se despertaba siempre llorando y de mal humor.
Leyendo sobre las rutinas del sueño en los bebés (he de confesar que Aitana hasta hace bien poco no tenía ninguna rutina del sueño. Le daba la última toma independientemente de dónde, y se quedaba frita) pensé que sería bueno empezar a establecerle una (tampoco me he matado en pensar): la última toma se la doy siempre en la cama, tumbada para que ella esté más cómoda y cae rendida. De momento me funciona bien. Leí que era muy importante empezar a hacerle diferenciar entre el día y la noche. Si el bebé duerme durante el día no hay que tener un silencio sepulcral ni todo a oscuras, al revés, hay que hacer vida normal. Por la noche, sin embargo, hay que tener la menor luz posible, hablar bajito e intentar que, si se despierta durante la noche, se vuelva a dormir en su cuna sin ofrecerle el pecho, el bebé tiene que entender que es hora de descansar. Vamos, que lo que te dicen es algo imposible a no ser que sea un bebé de mentira. No me creo que si tu bebé se despierta a media noche, llorando a moco tendido seas capaz de dormirle en su cuna, sin moverle, sólo dándole la manita (si lo habéis conseguido, por favor, decidme cómo lo hacéis).
La desesperación y la falta de sueño llegaron a mi vida así que las rutinas cambiaron e hice lo que se me iba ocurriendo y callaba a la niña (un poco de malamadre). Un día cualquiera, dos de la mañana, la niña llora (pero no es que empiece a quejarse y termine llorando, no, pasa de estar en silencio a gritar como una descosida) me despierto sobresaltada, no me puedo creer que sea tan pronto. Nada de pecho, así que hay que buscar alternativas que la calmen. Me voy al salón y la entretengo con juguetes, cuadros y demás. La niña se cansa, quiere otra cosa. Enciendo la tele y sospechosamente a esas horas intempestivas ponen Art Attack (recuerdo cuando lo veía de pequeña). Pues nada, nos ponemos a verlo y cae rendida en mis brazos (una hora después, claro está). Antes de las seis de la mañana ya estaba despierta otra vez pero en esta ocasión sí que le ofrecía el pecho.
Visto que no iba a ofrecerle el pecho a esas horas hablé con mi señor esposo para turnarnos por las noches. Él accedió.
Buscar en Google soluciones nunca fue bueno, así pasó. Que leyendo sobre cómo calmar al bebé por la noche me topé con: nada de tele, nada de juegos, nada de luz (vamos, que lo estaba haciendo todo estupendamente). En la última visita al pediatra le comentamos esto que nos pasaba y nos dijo más o menos lo que ponía en internet: no le ofrezcas el pecho y, si sigue así, te mandaré cereal para que le des en la última toma (Aitana aún sigue con pecho excepto la verdura a las 12 y la fruta a las 16 por lo que el cereal significaba biberón y eso no me gustaba demasiado).
La enfermera nos propuso probar Belvit sueño (una infusión) que calma al bebé y que quizá nos funcionaría. La niña es puro nervio, así que es normal que se despierte por la noche y que durante el día no duerma demasiado.
Ay... bendito Blevit. Lo compramos en la farmacia (cuesta entre 7 y 10 euros) y se lo dimos en un vasito antes de la última toma (en el paquete viene indicado la cantidad según la edad del bebé). Se durmió como siempre en la cama con la última toma y... no se despertó (bueno sí, a las cuatro de la mañana hizo algún quejidito, le di el chupete y siguió durmiendo) ¡Amaneció a las ocho! no me lo podía ni creer, volvía a ser la de antes. Estuve leyendo sobre los efectos del Blevit y encontré de todo: gente a la que no le funcionó y, por lo tanto, dejó de dárselo al bebé; gente que decía que su bebé estaba zombie todo el día (puntualizo que se lo daban varias veces al día - en la caja pone hasta tres - ) y otra gente que dice que le funcionó muy bien. Nosotros sólo se lo damos una vez, antes de dormir y la niña durante el día sigue igual: contenta, riéndose y muy espabilada. Así que mi opinión: mano de santo. He de reconocer que el primer día fue el que mejor funcionó, ocho horas del tirón, desde entonces no ha sido exactamente así pero sí que hemos conseguido que la niña duerma más calmada. Se duerme como siempre y se suele despertar durante la noche, pero ahora en menos de cinco minutos vuelve a estar dormida otra vez. Basta con cogerla, un par de ea, eas y listo. No es la panacea pero por lo menos ha servido para que la pequeña heredera duerma más tranquila, y nosotros también.
¿A vosotras os ha funcionado? ¿Tenéis alguna otra solución para bebés que son puro nervio?
Siempre he dicho que he tenido muchísima suerte con la niña. Desde que nació dormía de seguido por la noche (solían ser unas seis horas y alguna vez llegaron a ocho) y no se despertaba en absoluto. Hace como un mes la cosa empezó a cambiar. Se despertaba a media noche y yo, pensando que sería hambre, le ofrecía el pecho. A los cinco minutos estaba ya dormida así que, no era hambre. No podía entender como de la noche a la mañana ya no dormía del tirón, se despertaba siempre llorando y de mal humor.
Leyendo sobre las rutinas del sueño en los bebés (he de confesar que Aitana hasta hace bien poco no tenía ninguna rutina del sueño. Le daba la última toma independientemente de dónde, y se quedaba frita) pensé que sería bueno empezar a establecerle una (tampoco me he matado en pensar): la última toma se la doy siempre en la cama, tumbada para que ella esté más cómoda y cae rendida. De momento me funciona bien. Leí que era muy importante empezar a hacerle diferenciar entre el día y la noche. Si el bebé duerme durante el día no hay que tener un silencio sepulcral ni todo a oscuras, al revés, hay que hacer vida normal. Por la noche, sin embargo, hay que tener la menor luz posible, hablar bajito e intentar que, si se despierta durante la noche, se vuelva a dormir en su cuna sin ofrecerle el pecho, el bebé tiene que entender que es hora de descansar. Vamos, que lo que te dicen es algo imposible a no ser que sea un bebé de mentira. No me creo que si tu bebé se despierta a media noche, llorando a moco tendido seas capaz de dormirle en su cuna, sin moverle, sólo dándole la manita (si lo habéis conseguido, por favor, decidme cómo lo hacéis).
La desesperación y la falta de sueño llegaron a mi vida así que las rutinas cambiaron e hice lo que se me iba ocurriendo y callaba a la niña (un poco de malamadre). Un día cualquiera, dos de la mañana, la niña llora (pero no es que empiece a quejarse y termine llorando, no, pasa de estar en silencio a gritar como una descosida) me despierto sobresaltada, no me puedo creer que sea tan pronto. Nada de pecho, así que hay que buscar alternativas que la calmen. Me voy al salón y la entretengo con juguetes, cuadros y demás. La niña se cansa, quiere otra cosa. Enciendo la tele y sospechosamente a esas horas intempestivas ponen Art Attack (recuerdo cuando lo veía de pequeña). Pues nada, nos ponemos a verlo y cae rendida en mis brazos (una hora después, claro está). Antes de las seis de la mañana ya estaba despierta otra vez pero en esta ocasión sí que le ofrecía el pecho.
Visto que no iba a ofrecerle el pecho a esas horas hablé con mi señor esposo para turnarnos por las noches. Él accedió.
Buscar en Google soluciones nunca fue bueno, así pasó. Que leyendo sobre cómo calmar al bebé por la noche me topé con: nada de tele, nada de juegos, nada de luz (vamos, que lo estaba haciendo todo estupendamente). En la última visita al pediatra le comentamos esto que nos pasaba y nos dijo más o menos lo que ponía en internet: no le ofrezcas el pecho y, si sigue así, te mandaré cereal para que le des en la última toma (Aitana aún sigue con pecho excepto la verdura a las 12 y la fruta a las 16 por lo que el cereal significaba biberón y eso no me gustaba demasiado).
La enfermera nos propuso probar Belvit sueño (una infusión) que calma al bebé y que quizá nos funcionaría. La niña es puro nervio, así que es normal que se despierte por la noche y que durante el día no duerma demasiado.
Ay... bendito Blevit. Lo compramos en la farmacia (cuesta entre 7 y 10 euros) y se lo dimos en un vasito antes de la última toma (en el paquete viene indicado la cantidad según la edad del bebé). Se durmió como siempre en la cama con la última toma y... no se despertó (bueno sí, a las cuatro de la mañana hizo algún quejidito, le di el chupete y siguió durmiendo) ¡Amaneció a las ocho! no me lo podía ni creer, volvía a ser la de antes. Estuve leyendo sobre los efectos del Blevit y encontré de todo: gente a la que no le funcionó y, por lo tanto, dejó de dárselo al bebé; gente que decía que su bebé estaba zombie todo el día (puntualizo que se lo daban varias veces al día - en la caja pone hasta tres - ) y otra gente que dice que le funcionó muy bien. Nosotros sólo se lo damos una vez, antes de dormir y la niña durante el día sigue igual: contenta, riéndose y muy espabilada. Así que mi opinión: mano de santo. He de reconocer que el primer día fue el que mejor funcionó, ocho horas del tirón, desde entonces no ha sido exactamente así pero sí que hemos conseguido que la niña duerma más calmada. Se duerme como siempre y se suele despertar durante la noche, pero ahora en menos de cinco minutos vuelve a estar dormida otra vez. Basta con cogerla, un par de ea, eas y listo. No es la panacea pero por lo menos ha servido para que la pequeña heredera duerma más tranquila, y nosotros también.
¿A vosotras os ha funcionado? ¿Tenéis alguna otra solución para bebés que son puro nervio?
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