- Tengo el pecho duro. Estoy embarazada. No vale el me va a venir la regla.
- Hago mucho pis. Estoy embarazada. No vale el estoy bebiendo mucha más agua y por eso voy más al baño.
- Me mareo. Estoy embarazada. No vale el me he levantado sobresaltada de la cama.
Pero una vez que tienes ese SÍ en tu vida... todo cambia y todo se convierte en será por el embarazo.
Siempre he dicho que no me puedo quejar de embarazo pero, a día de hoy, leyendo, escuchando y viendo embarazos que se suceden a mi alrededor, me doy cuenta de que firmaría una y mil veces por más embarazos como el mío.
En todo el embarazo engordé 6,700 kg. No hice dieta ni mucho menos, simplemente cuidaba un poco lo que comía (como hago siempre) para que los días que me pasase no viniese Pepito Grillo a torturar mi cabeza, nada más. Cuando llegué a casa tras el parto sólo me sobraban 2,5 kg, a la semana de dar a luz estaba en mi peso y la lactancia me hizo perder hasta 5 kg más (que ahora sólo estoy en menos uno, pero no me preocupa en absoluto).
Afortunadamente pasé la toxoplasmosis en algún momento de mi vida, por lo que podía comer absolutamente de todo. No me atiborré a jamón durante el embarazo, ni mucho menos, pero creo que no hay nada como que te prohiban algo para que vayas con ansias continuadas de comerlo. La curva de la glucosa me salió fenomenal, nada de diabetes gestacional, así que mis adorables bollos podían seguir en mi dieta.
Nada de vómitos ni nauseas durante las 40 semanas y 5 días de embarazo. Cero patatero. Una bendición por lo que he llegado a oír, oye. Sabiendo que hay gente que vomita desde el primero hasta el último día de embarazo... ¡Gracias Aitana!
El sueño repentino sí que hizo acto de presencia en mi vida, un par de meses, pero ¡Qué meses! o me dormía una siesta diaria de unas dos horas... o no era persona.
Las encías se resintieron un poco. Sangraban casi todos los días al cepillarme y me salían pequeñas llaguitas. Una vez que nació la heredera... todo volvió a la normalidad.
Los pechos sí que aumentaron sí, y se convirtieron en súper sensibles hasta pasado el primer trimestre. Un abrazo podía acabar con mi vida en aquellos momentos. Estaba mucho más sensible (anímicamente hablando) y no aguantaba ni una mosca. Mi carácter se suavizó un poco a partir de la mitad del embarazo... había que tener paciencia conmigo.
Antojos... muy pocos la verdad. Me dio por el tomate con sal al principio del embarazo: pan tostado, un par de rodajas de tomate y un pelín de sal. Sí que me tocó salir alguna vez al supermercado a por ello porque no tenía en casa.
Hacer más pis. De esta sí que no me libré ¡Madre de Dios! Desde el día que me salió el test positivo (será casualidad o no) me levanté todas y cada una de las noches a hacer pis, generalmente con una vez era suficiente pero a veces incluso dos. La verdad que me
Olores. Esto es lo que peor llevé. Dicen que a las embarazadas se nos agudiza el sentido del olfato, pues a mí se me debió de agudizar por dos millones o algo así. El positivo coincidió con una mudanza y creo que pasaron un par de meses hasta que pude entrar en mi casa a gusto. El olor a barniz... me revolvía el estómago. Era horrible entrar en casa y que te de asco cómo huele, daba igual que se echase ambientador, se fregase o se ventilase... fue horroroso. A mi pobre esposo le torturé con el olor a desodorante... creo que cambió dos o tres veces hasta que dimos con uno que me sirviese, olfativamente hablando, lo mismo pasó con las colonias. Yo dejé de usar la mía y sólo me ponía de vez en cuando nenuco, y mi marido, como odia el nenuco, sólo podía usar una colonia, el resto (incluidas varias que yo misma elegí porque me encantaba el olor)... nada... ahí están todavía esperando a que mi olfato (que después de ocho meses hay olores que sigue sin aguantar) se recupere al 100%. Dejé de tomar café y toda mi casa también, no podía aguantar el olor (ni el sabor, desayunar con manzanillas fue duro... hasta que me acostumbré al Cola-Cao), lo mismo me pasó con el tabaco y con algún ambientador. Había veces que en el trabajo no sabía ni qué hacer, pongámonos en situación: un compañero/a llega con el olor a desodorante que a tu marido le has prohibido, con esa colonia que tanto repudias y que en tu casa ha ido directa a la basura, o con olor a cigarro recién fumado ¿Qué haces? ¿Le matas? ¿Le dices: oye perdona, es que estoy embarazada y no puedo ni olerte? Pues no, no podía hacer eso, así que intentaba no acercarme a esa gente o incluso respirar por la boca si venían a hablar conmigo. Una compañera me confesó que, durante su primer embarazo, prohibió a sus compañeros que se echasen nenuco en la redacción (a eso de las 6-7 de la tarde es una colonia muy socorrida) porque no lo podía aguantar, y oye ¡Todos la respetaron! Sin duda lo peor de mi embarazo fue esto, pero insisto, comparado con lo que he visto y oído... ¡Que vengan los malos olores a mi vida!
A partir del séptimo mes sí que noté algo más de cansancio... tenía que subir las escaleras más despacio y por la calle iba a mi ritmo, sin agobios.
Mi amigo insomnio apareció tarde, gracias a Dios, cuando aún faltaba un mes - mes y medio para que naciese la heredera venía todas las noches a visitarme, a eso de las cinco de la mañana, muy majo el señor. Eso me sirvió para ponerme a coser, ahí cual abuela en su mecedora... un gran entretenimiento.
Como alguna vez os he dicho soy muy amiga de Google y sus millones de consejos y, aunque yo no padecí ninguno, leí que otros síntomas normales de embarazo pueden ser:
- Salivación excesiva
- Aumento del sudor
- Cambios en los gustos por la comida (esto un poquito porque el café lo dejé por completo)
- Acidez
- Dolor de cabeza
Creo que no me dejo ningún síntoma de embarazo más pero si se os ocurre alguno ¡Contádme!
¿Cómo llevasteis el embarazo? ¿Algún síntoma puñetero?
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